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TOGO

ABADÍA DE LA ENCARNACIÓN

AGBANG-TOGO

Fue fundada el 6 de agosto de 1985 por el hermano Bonifacio TIGUILA. Era un monje de la abadía de la Ascensión, en Dzogbégan. El monasterio de Agbang fue colocado bajo la advocación del Verbo Encarnado de Dios, y ese es el origen de su nombre.

Dios se hizo Hombre para que el Hombre pudiese reconciliarse con Dios. El Hombre nunca habría podido emprender la búsqueda de Dios si Dios no se hubiese dejado encontrar. Fue Dios quien plantó la semilla en el corazón del Hombre: el deseo de buscar a Dios y su propio destino. El Monasterio de la Encarnación de Agbang quiere ser un lugar de encuentro entre Dios y el Hombre. Este Dios que se hizo carne para salir al encuentro de sus hermanos y hermanas oprimidos por el pecado en los caminos del mundo.

La Abadía de la Encarnación se encuentra a veinte kilómetros al sudoeste de Kara, en la zona norte de Togo. Se encuentra enclavado en una región rural en el pueblo de Agbang. Aquí los hermanos llevan una vida monástica sencilla siguiendo los consejos de la Regla de San Benito.

Desde su integración en la Congregación Benedictina Misionera de Santa Otilia en noviembre de 1991, el Monasterio de la Encarnación de Agbang se ha dedicado sistemáticamente a la misión de la Congregación, así como al propio trabajo pastoral y misionero local. Gracias a su desarrollo personal, crecimiento espiritual y testimonio se pudo consagrar la abadía el 8 de agosto de 2016 con la elección del padre Romain Botta como primer abad de esta joven abadía de nuestra congregación.

Dado que se encuentra en un área rural donde las infraestructuras básicas como la electricidad, las escuelas, los centros de salud son rudimentarios o inexistentes, la Abadía de la Encarnación ha asumido la misión esencial de educar a los niños, desarrollando el tejido social y el acceso al agua potable mediante la instalación de herrerías.

La Abadía de la Encarnación de Agbang tiene un campus escolar que comprende una escuela de primaria, una escuela intermedia y una escuela de secundaria. Formamos a los niños para que sean ciudadanos responsables, dedicados al servicio de la Iglesia y del mundo. Nuestro campus alberga a unos 500 alumnos entre las tres escuelas. Nuestros esfuerzos van encaminados a ayudar a la gente a dejar atrás la ignorancia y la incuria intelectual y a ofrecerles objetivos intelectuales, espirituales, morales y materiales. Dios envió a su Hijo al mundo para el progreso de todos, de tal modo que la vida pudiese ser vivida en plenitud.

Para responder a sus carencias y necesidades, los hermanos se dedican a diversas actividades de agricultura, crianza y artesanía profesional. Nuestro padre San Benito decía: así son verdaderos monjes, cuando viven del trabajo de sus propias manos. La Abadía de la Encarnación de Agbang pretende ser una familia de hermanos donde cada uno tiene el deber y la obligación de contribuir, mediante la oración y el trabajo, a la ayuda mutua y a la mejora de la región.

La Abadía de la Encarnación: una escuela de vida para que Dios sea todo en todo.

REFLEXIÓN

9 AGOSTO

Reconciliación

Flops Lewis

Me llamo Flops Lewis. Nací y me crie en África de padres ingleses y he vivido la mayor parte de mi vida en Rodesia/Zimbabue. Es un hermosísimo país de montañas, ríos, grandes espacios abiertos y animales salvajes, cielos de un azul intenso y un clima de fábula. Pero tenemos una historia que es a la vez inspiradora y extremadamente dolorosa. Por desgracia, a diferencia de Sudáfrica, Zimbabue no tuvo una Comisión para la Verdad y la Reconciliación que reconociera y resolviese los aspectos negativos del colonialismo antes de la Independencia en 1980 y la devastación de las masacres tribales después de la Independencia. La asunción de responsabilidades y el perdón son dos de las cosas que a los humanos nos resultan más difíciles -admitir que estamos equivocados y perdonar genuinamente. Y, sin embargo, es este uno de los aspectos más importantes de una vida sana, y mental, física y espiritualmente holística.

El perdón no es un camino popular o fácil, como vimos en la Comisión para la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica después de la caída del apartheid. El proceso fue convocado por el arzobispo Desmond Tutu que comprendió la necesidad esencial tanto de responsabilidad como de perdón, tan bien ejemplificada por Nelson Mandela. Hay que creer que la Valentía y la Humildad, la Vulnerabilidad y la Compasión de las que fuimos testigos durante la Comisión fueron propiciadas por la realidad y la presencia de la Gracia: la debida responsabilidad pública y el reconocimiento de los errores -no para castigo, sino en aras de la sanación y la verdad. De hecho, la sanación fue el resultado de desnudar -y soportar- la verdad públicamente.

La Gracia re – crea todas las cosas. Nada nuevo acontece sin el perdón ofrecido y recibido. Dios resiste nuestra maldad y la vence con el bien. Nos conmociona y aturde para que aprendamos a amar.

Dios no nos ama SI cambiamos -Dios nos ama PARA QUE cambiemos. Sólo el amor -no la coacción, la culpa, la vergüenza o la presión social- lleva a la transformación interior.

“Perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”. El perdón verdadero no hace que el ofensor se sienta pequeño y juzgado, sino liberado y amado. 

Sin el poder y la gracia del perdón, ¿cómo podremos ser al fin libres? Mediante el perdón vivimos a la altura de nuestra más verdadera y profunda dignidad. Operamos desde el poder de una lógica y un amor que no nos pertenece, sino que está cimentado en la Gracia. Vivamos desde el Ser Verdadero –no el ser insignificante siempre ofendido o quejumbroso.

Os ruego que recéis por mi amado país, para que tenga coraje y fortaleza ante las amenazas de violencia, privación y hambruna…Que nuestros líderes pongan fin a la devastación que están causando y nuestro pueblo logre perdonarlos y reconstruir la confianza y el país.

Sin perdón, no puede acontecer nada nuevo.

ORACIÓN

Dios envió a su Hijo para reconciliar al mundo con Él y hacernos a todos hijos adoptivos. Tú, que no nos juzgas por nuestros méritos, mira con amor a los que amas como Padre. Tu Hijo bienamado nos enseñó que tu grandeza reside en tu misericordia. Perdona nuestras faltas y ayúdanos a perdonar las faltas del prójimo. Rezamos para que la fuerza del Espíritu Santo nos aliente a ser para otros lo que Tú eres para nosotros. Así, liberados de la esclavitud del pecado, podremos celebrar sinceramente con un corazón libre. Por Jesús, tu Hijo, nuestro Dios y Señor, que reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, ahora y por siempre. Amén.

Gracias a todos vosotros por poneros en Camino; gracias también por ser parte de este pequeño proyecto; gracias por vuestra oración, por vuestra ayuda y por vuestra compañía

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HASTA LA SEMANA QUE VIENE!