CUBA
MONASTERIO DE LA EPIFANÍA
En la vida religiosa, nuestro camino no consiste sino en esforzarnos por seguir el carisma de la congregación u orden específica a la que pertenecemos; y para nosotros, Benedictinos Misioneros nuestro carisma es vivir en plenitud ambas dimensiones, la monástica y la misionera. Esta es nuestra manera de compartir la buena noticia, especialmente cuando se presenta una nueva oportunidad.
Una de esas oportunidades llegó cuando el difunto arzobispo de La Habana, Cardenal Jaime Ortega nos invitó en 2008 a fundar un monasterio en Cuba. Se eligieron seis monjes para iniciar la fundación. Se les dio un antiguo convento de carmelitas donde poder instalarse en un primer momento. Años más tarde se ofreció una propiedad en San José de las Lajas, provincia de Mayabeque, a 35 kilómetros de La Habana.
En la actualidad cultivamos una parte de esta propiedad y los productos se destinan principalmente a los diferentes «comedores» que la iglesia gestiona sobre todo en La Habana.
Nos dedicamos a la agricultura plantando maíz, frijoles, mandioca y otros cultivos de temporada, aunque también empezamos a plantar café, mango y otros árboles como la caoba para ayudar en la reforestación. Ahora también hemos empezado con una granja con pollos, ovejas, cabras…
Nuestro monasterio en la actualidad es un conjunto de pequeños edificios y cuatro contenedores. A veces nuestros visitantes se burlan de nosotros diciendo que desde lejos, nuestro monasterio parece un conjunto de casas para okupas. Puede que tengan razón por las diferentes formas del techo y los edificios, o los diferentes colores de las pinturas que se utilizaron. Sin embargo, muchos de nuestros visitantes han comentado la calma y el silencio que han encontrado en nuestro monasterio. Como resultado, algunos expresaron su deseo de pasar unos días con nosotros, pero hasta ahora no tenemos las instalaciones necesarias.
Tres son las áreas en las que estamos trabajando de manera activa: vocaciones locales, la construcción de nuestro propio monasterio con una casa de huéspedes, y el desarrollo de la granja.
Esta es nuestra vida, nuestra forma de seguir a Jesús, Camino, Verdad y Vida.
Prepararse para un peregrinaje es muy diferente de planear un viaje cualquiera. No hay que escudriñar mapas y guias de viaje; no hay que planificar visitas a las atracciones turísticas ni reservar alojamiento con antelación. La ruta a seguir ya ha sido establecida, y el resto -dónde detenerse cada noche, dónde comer, qué distancia cubrir cada día-, todo esto se decidirá sobre la marcha. De ahí que los preparativos de un peregrinaje tengan que ver más bien con aceptar todo lo que voy a dejar atrás: familia, amigos, hogar, rutina, trabajo, aficiones. Debo prepararme para soltar todas estas cosas si quiero seguir adelante.
Como madre de cuatro hijos, he tenido que aprender mucho en materia de ‘soltar’. Cuando dejé al pequeño por primera vez en la guardería, más tarde por primera vez en la escuela de primaria. Cuando esperaba en casa el regreso del adolescente que había quedado de noche con los amigos y, después, cuando salieron con el coche solos por primera vez. Cuando dices adiós porque se van a la universidad o a trabajar a otro lugar. Cuando conoces a la persona que han elegido para compartir con ella el resto de su vida y contemplas a distancia como forman juntos un hogar… Todas estas etapas entrañan un saber ‘soltar’ difícil y doloroso, pero necesario.
Cecil Day Lewis escribió un poema sobre el primer día de escuela de su hijo. El padre observa al hijo que juega al fútbol con otros chicos y luego ve como se aleja en dirección a la escuela…
Te observaba…
…yendo a la deriva
tras una desbandada de chiquillos. Te veo
alejándote de mi en dirección a la escuela
con el dramatismo de un algo en ciernes que se deja en libertad
en un desierto…
Dejar ir a los hijos es siempre difícil porque el amor que sentimos por ellos parece que nos exige retenerlos; y eso que el corazón nos dice que debemos permitirles encontrar su propio camino en el mundo -si han de llegar a ser aquello para lo que Dios los hizo.
He vivido despedidas peores, pero ninguna que
me corroa tanto por dentro todavía. Quizás expresa vagamente
lo que sólo Dios puede mostrar de forma consumada:
cómo la identidad comienza con un alejarse
y el amor se evidencia en el dejar ir.
El amor es el dejar ir y la identidad comienza con un alejarse
Y ahora, mientras nos disponemos a iniciar un peregrinaje, somos nosotros los que nos alejaremos, dejando atrás tantas cosas que valoramos y de las que dependemos, liberándonos por un tiempo de las rutinas y las responsabilidades para descubrir más sobre nosotros mismos y aprender a llegar a ser aquello para lo que Dios nos hizo.
Este tiempo de confinamiento por el Covid-19 ha sido un buen ensayo para este ‘soltar’ – hemos tenido que vivir durante un tiempo sin la mayor parte de nuestra familia o de nuestros amigos, sin nuestro trabajo o nuestra rutina habitual, obligados a vivir de una forma más simple. Ha habido mucha aflicción y mucha angustia, pero hemos aprendido mucho sobre nosotros mismos y sobre lo que de verdad valoramos, y ello nos ayudará a configurar el camino a recorrer.
Cuando Jesús se estaba preparando para su ministerio, se fue al desierto -dejando atrás familia, amigos y la vida que hacía en Nazaret-, y pasó un tiempo a solas llevando una vida sencilla y silenciosa. Todos los que se preparan para ejercer un ministerio en la iglesia pasan un tiempo de retiro antes de ordenarse, aprendiendo más sobre si mismos y sobre lo que pueden ofrecer en el servicio a Dios y a su pueblo. Mientras nos preparamos para este peregrinaje virtual, despojémonos mentalmente de los lujos y comodidades de nuestra vida diaria, y de todos los roles que hemos asumido frente a los otros, a fin de ofrecernos tal como somos, con fe y simplicidad, a Aquél que nos ama, no por lo que hacemos y logramos, sino porque somos suyos.
Rev. Prebendaria Kay Garlick
Padre amoroso,
fuente de toda bondad y sabiduría.
Enviaste a tu Hijo para mostrarnos el camino,
ayúdanos a tener un solo corazón y una sola alma
para que al seguir a Jesús no vacilemos ni perdamos la esperanza.
Ilumina nuestro camino mientras viajamos;
ayúdanos a fijar nuestra mirada sólo en Ti;
danos la fuerza que necesitamos hasta que lleguemos finalmente a tu reino,
por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Fr Joseph Moreno, osb
Gracias a todos vosotros por poneros en Camino; gracias también por ser parte de este pequeño proyecto; gracias por vuestra oración, por vuestra ayuda y por vuestra compañía.
Con tu ayuda contribuirás con bolsas de comida, material sanitario, suministro de agua, kits de limpieza…
Hasta la semana que viene!